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Mirador y Cueva de los Bandidos

Había una vez y aún está
un viejo pueblo sobre la colina,
un cráter de techos,
suspendido por dos manos divinas,
entre rocas ardientes y el Mar de los Etruscos
que cela leyendas arcanas de la Sicilia más auténtica.
Profundos barrancos que develan paisajes costeros
hasta Panormus (Palermo) y ecos lejanos, se pierden…
Voz de madre que llama hijas perdidas en el horizonte,
islas al sol o solas isulidde
saqueadas por el dios Poseidón.

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Con estos versos, Marco Fragale describe Gratteri, conocida en las Madonías como la “terraza sobre el Tirreno”. Desde su maravilloso mirador, de hecho, se puede admirar una vista impresionante que se pierde en el horizonte donde, en los días más despejados, se puede entrever el litoral del Tirreno hasta Palermo y las islas Eolias. Es por eso que el Autor compara la Sicilia con una Tierra Madre que llama, desde las cimas más altas de las Madonías, sus hijas perdidas en mar abierto, saqueadas por el dios Poseidón.

El mirador de Gratteri hoy lleva el nombre del poeta de las Madonías, Giuseppe Ganci Battaglia (1901-1977), que allí tuvo su casa paterna, considerada la forja de la poesía. En el pasado, la localidad donde hoy se halla el moderno mirador se llamaba Pietra Grossa (Piedra Grande), por la presencia de un monolito ciclópeo sobre una cueva llamada de los Bandidos, porque entre esas rocas, al final del siglo XIX, durante el periodo del bandolerismo en Sicilia, se escondían unos malvivientes de las Madonías. En el pasado, desgraciadamente, esa roca fue parcialmente destruida para ser utilizada como material para la construcción de edificios.

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